Este encargo fue la excusa perfecta para despertar el estado de las cosas. El proyecto no podría entenderse sin el inventario político, económico y social que se estaba desvelando en el mundo, en España. La intervención en el Cementerio del Grao vive un proceso retrospectivo y un proceso en permanencia que permite reactualizar el pensamiento sobre la ciudad desde el presente. El aquí y ahora lo dotan de sentido.
El Cementerio se ha convertido en punto de convergencia de complejidades abandonadas, integrándose desde su función en el paisaje residual al que pertenece. Por ello, por no reconocer la complejidad y no hallar instrumentos para describirla y encaminarla a una relectura dentro del nuevo contexto en el que se ubica, el cementerio ha acabado materializando su propio contexto como contenedor de vida y muerte, emplazado como colofón final de muchos de los procesos inacabados de la ciudad de Valencia; al final de la Avenida de Francia, el cementerio, al final de las actuaciones del antiguo cauce, el cementerio, rematado con otra ciudad –de Artes y Ciencias– el cementerio, como paisaje de ventanillas de redes de comunicación e infraestructuras, el cementerio, y al inicio y final de nuevas áreas de la ciudad, el cementerio.
Conscientes de la necesidad de un cambio de paradigma, el de la complejidad de los procesos, se arranca por el análisis previo de este terrain vague al que nos enfrentamos. Un primer paso es manejar el desconcierto entre las cosas que poco a poco, se han ido construyendo sin objetivos claros, sin beneficios comunes y sin planeamiento lógico. Todo ello nos encaminó hacia una estrategia de proyecto que nos permitiera entrar en un sistema de adaptación de las complejidades, aceptando la realidad. Esta aceptación plácida de lo real, en los que nada se pretende ocultar, sino todo lo contrario, visibilizar hasta el último detalle, convierte al cementerio en artífice –una vez más– de uno de los acontecimientos a escala internacional que acogió la ciudad de Valencia entre los años 2008-2012, Valencia Street Circuit. El cementerio del Grao afecta y connota, una vez más, a todo aquello que se aproxima a él, forzando la configurando de la llamada “curva de la muerte” (curva en horquilla) del Circuito de Fórmula 1 de la Comunidad Valenciana.
La intervención conlleva acciones de productor-cirujano, entrando en las nuevas condiciones con visión productiva, lejos de la interpretación y trabajando en su contextualización. El diseño de un traje a medida que ha dado la oportunidad al Cementerio del Grao de hacerse presente y reconciliar el estado de las cosas en su entorno inmediato, haciendo partícipe también a lo utópico y al deseo de ciudad, y cambiando “lo de siempre”, el muro blanco y el ciprés, por nuevos paradigmas en forma de brotes verdes. La obra entró en el programa de activación de la economía reconocido como “plan ZP”, en una época en la que se llevaban nuevamente los planes de inversión en el ladrillo para la activación económica, en donde gastar en bienes inmuebles era supuestamente potenciar. El cementerio se ha convertido con el tiempo en sello de color de un instante de esperanza.
Hexágonos irregulares de altura 25cm. y un ancho de 15cm, se acoplan en su composición y montaje, disponiéndose en nueve colores, cuya repetición permitirá, desde la distancia, percibir el muro como una franja más en la diversidad de capas que han construido el territorio del Grao de Valencia.
Ayuntamiento de Valencia
Inés García Clariana
Enrico Cavallo
Shunichiro Higashi
Mónica Ibáñez
Mariela Apollonio
Calle Poeta Sanmartín Aguirre, s/n