Esta es una casa de pueblo entre medianeras, de planta alargada y crujía estrecha, abierta en su parte trasera a un huerto. El abandono y el paso del tiempo habían llevado a la casa a un estado ruinoso. Luz, la propietaria, quería una casa luminosa que disfrutara del aire libre y de la presencia del huerto. El área central de la casa no gozaba de luz ni ventilación, haciéndola poco habitable. Estos condicionantes, sumados a un bajo presupuesto, llevaron a adoptar una estrategia de proyecto sencilla; vaciar y sanear totalmente el interior manteniendo las fachadas de piedra y las medianeras de tapial, organizando un nuevo interior alrededor de un patio. Hay ocasiones en las que lo contemporáneo no es utilizar materiales de última generación, sino aprovechar el saber hacer local y la fiabilidad de los materiales naturales adaptándose al contexto económico y geográfico. Esta es una de ellas.
Rodeando el patio se construyen cuatro forjados escalonados a distintos niveles. Cada una de estas bandejas contiene un único uso; cocina, salón, habitación 1 y habitación 2. El patio está presidido por un abedul, de modo que el salón y la cocina están entre el verde del interior y el verde del huerto. La sala y cocina son atravesadas por el núcleo de escaleras, evitando que la circulación invada los dormitorios, que se encuentran entre el patio y la fachada principal. Elegir un árbol de hoja caduca nos garantiza una sombra en la época más calurosa, mientras que en invierno permite la entrada del sol para calentar e iluminar las estancias. Del mismo modo, también funciona como filtro visual entre habitaciones. La pasarela de entramado metálico rodea el patio por completo, permitiendo una doble circulación interior-exterior y extendiendo las estancias hacia el interior del patio. En la parte trasera de la planta baja se encuentra el salón de verano, una estancia ideada para que pueda abrirse por completo tanto al patio como al huerto, para gozar del frescor de la brisa en la época estival.
La estructura y la construcción son de una sencillez aplastante. La obra muestra su materialidad sin complejos y contrasta de forma deliberada con las texturas irregulares del tapial y de la piedra, que se han pintado a la cal. Se ha buscado una atmósfera donde el color rojo de la cerámica y el verde intenso del abedul predominen, y sea la luz la que través de estos materiales bañe de diferentes matices las paredes y suelos a lo largo del día. El propio material cerámico nos da la textura y el color cálido deseado, por lo que no fueron necesarios pinturas ni falsos techos.
Pieza cerámica. El revestimiento de los baños es de azulejo esmaltado en blanco brillo de 15 x 15 cm que además de cumplir con su labor higiénica y de impermeabilización, refleja las hojas del árbol y la luz del patio, duplicando su efecto. Los huecos existentes en la fachada limitaban la posición de los nuevos forjados, por lo que se requería un canto de forjado que no condicionara en exceso las alturas libres interiores; la solución fue optar por forjados unidireccionales de vigas de perfilería IPE 100, sobre cuyas alas inferiores se apoyan tableros machihembrados cerámicos de 1 m más una capa de compresión, obteniendo un forjado de 15 cm de canto. La totalidad de la planta baja está cubierta por un gran manto de baldosín catalán de color rojo, que acompaña a los techos y define el alcorque del árbol.
Premios Cerámica ASCER 2013. Primer premio categoría Interiorismo
Privado
Jonathan Arnabat
Jordi Ayala-Bril
Aitor Fuentes
Igor Urdampilleta
José Hevia